martes, 5 de enero de 2010

aprendizaje visual

La mirada y el miedo


Ser mirados
Ser explorados por la mirada es una experiencia que nos puede llegar a inquietar y llenar de desasosiego cuando no nos consideramos anónimos objetos del paisaje, intercambiables con cualquier otro objeto que se expusiera a la mirada del observador, sin más detenimiento e interés que el del puro pasear indiferente la vista de un lado a otro que tanto da que seamos nosotros como cualquier otro objeto. Lo contrario de estas condiciones de anonimato o de estar expuestos sin mayor peligro es la mirara escrutadora, la que se fija por más tiempo y dedicación a nosotros, averiguando qué somos, qué pretendemos ser o que nos gustaría ser.
La mirada impenetrable
Cuando vemos aterrorizados que alguien nos está mirando suponemos lo que tememos, esto es, un desprecio, un rechazo, un considerarnos indignos de nuestras aspiraciones. Es difícil adivinar por la mirada del otro cual es exactamente su postura frente a nosotros, su mirara nos asemeja algo pétreo, impenetrable y por ello un angustioso secreto que no despeja nuestras dudas ni tranquiliza nuestras inseguridades. Si pudiéramos entrever una mueca clara de asco o repudio, aun siendo algo profundamente desagradable, no sería por lo menos incierto, lo que quizá es lo peor para nosotros porque precisamente nos coloca en ese desfiladero por el que nos gustaría gustar pero se nos hiela la expectativa en una parálisis que no se sabe si es caída o lejana salvación.
El poder de la mirada
Cuando analizamos el poder ``penetrante'' de la mirada del otro nos basamos en nuestra propia capacidad de deducción, de imaginación -desde la simple imaginación erótica descarada de ver al otro más ligero de ropa de lo que esta o prestándose a acciones con docilidad complaciente- hasta suponer rasgos de personalidad o estados que tendrían como prueba cada arruga, ceño o pose de la persona observada. Unos nos parecen personas amargadas, otras preocupadas, otras risueñas. ¿Cómo vemos al otro? ¿Teniendo un lugar en el mundo, un papel que hacer, una misión y utilidad? Este es ciertamente la visión que tiene un niño sobre el conjunto de los adultos, como la clase de personas que vale, que tiene poder y dignidad. Son los demás idealizados, porque efectivamente, tenemos de ellos más ideas y prejuicios que experiencias, y nuestras suposiciones son teorías, ya que estamos basándonos en similitudes, recuerdos que damos por sentamos que son equivalentes. No es que nos equivoquemos como en las novelas con ``sorpresa'' en las que el que parece malvado es realidad tiene buen corazón o que el aparentemente simpático es una especie de personaje manipulador. Es nuestra habilidad fisonómica la que nos permite leer en la cara, en los gestos y en los trozos de actos que fichamos al mirar.
La mirada punto de referencia del presente
Cuando percibimos la realidad externa, eso que damos por supuesto que 'está ahí fuera', y que es el terreno por el que nos desplazamos, el teatro en el que las distintas acciones suceden, en el que colocamos a las demás personas, y en el que nos incluimos a nosotros mismos (estando también ahí afuera aunque tengamos dificultades para vernos desde un punto de vista externo, como cosa entre cosas, como persona cualquiera entre una multitud de personas).
La realidad externa que estamos percibiendo ahora es una especie de centro en el que todos los caminos parten, unos al recuerdo pasado, otros a lo que suponemos que sucederá, y todo aquello que también damos por supuesto que está ahora mismo a nuestras espaldas o fuera de nuestro alcance pero que con un adecuado desplazamiento o prueba indirecta, podríamos comprobar que estaba ciertamente ahí, como bien dábamos por hecho, por lo que nos parece que ahora mismo no habrá desaparecido (de ahí la sorpresa de no encontrarnos lo que esperábamos).
Como lo que esta detrás de nosotros, detrás de los biombos y las paredes es una realidad razonable pero no expuesta directamente a la percepción, podemos teñirla con ideas que aun siendo verosímiles nacen directamente de una intención sospechadora, como al pensar que un vecino podría estar escuchándonos en este momento detrás de la pared, o que una persona detrás de nosotros esta pensando que somos ridículos o esta haciendo con la meno un gesto ofensivo.

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